Con la llegada del frío comenzamos a valorar el tipo de calefacción que utilizamos y el gasto que ello implica. Existen diferentes tipos de calefacción y el suelo radiante es una de ellas, junto a las ya conocidas como estufas o bombas de calor.
¿Cómo funciona el suelo radiante?
Existen diferentes formas, aunque siempre siguen el mismo fin, calentar la estancia. Estas pueden utilizarse en suelos de madera, tarimas , laminados, baldosa, etc.
Su funcionamiento es simple, ya que son una serie de tubos colocados bajo el pavimento o incluso paredes que alcanza temperatura mediante una fuente y trasmiten ese calor al entorno traspasando el suelo.
Tipos de suelo radiante
- Suelo radiante eléctrico: Hilo radiante que funciona directamente con energía eléctrica, lo que supone un alto gasto. Consiste en instalar una serie de cables conductores con el aislamiento necesario, que al conectarse a la corriente eléctrica se irán calentando hasta alcanzar la temperatura deseada.
- Suelo radiante por fibra de carbono: Es la evolución del anteriormente mencionado, pero con la diferencia de disminuir el gasto, debido a las propiedades conductoras del carbono, lo que supone un gasto considerablemente inferior.
- Suelo radiante por agua: Más rentables por diversas ventajas, consiste en colocar tuberías bajo el suelo, las cuales llevarán agua caliente, logrando que el calor traspase a la superficie y caliente el entorno. Para suponer un importante ahorro, nos basamos en formas de energía para calentar el agua renovables, como por ejemplo las placas solares.
Ventajas e inconvenientes del suelo radiante
Ventajas del suelo radiante
- Ahorro energético y utilización de fuentes renovables
- Máximo aprovechamiento del espacio ya que no se ven.
- Calefacción segura, limpia y silenciosa
Inconvenientes suelo radiante
- Tarda un tiempo en alcanzar la temperatura deseada.
- La instalación requiere levantar el pavimento.